INTELIGENTEMENTE EMOCIONALES

Corrigiendo sentimientos

Sí el hombre no tuviera emociones sería una máquina que recibe, almacena y ejecuta órdenes, las emociones nos permiten juzgar una orden, pero debemos tener la inteligencia para discernir sí es lo correcto o no.


Hoy por hoy, se habla mucho de la llamada “inteligencia emocional” tanto que existen web interesantes que la detallan a la perfección, por lo tanto trataré de darle otra trayectoria a este tema. Permítanme preguntarles si ¿Creen que las emociones son igual a los sentimientos?, muchos tienden a pensar que si, incluso los vuelven sinónimos pero no, no es lo mismo pero si dependen entre sí.

Las emociones son respuestas, o expresiones psicofisiológicas que forman patrones propios según el estímulo dado, sea una persona, animal o cosa asociadas con el temperamento, la personalidad y con la motivación de las personas. Los sentimientos provienen del verbo “sentir” que refiere a un estado de ánimo afectivo, una evaluación consciente que hacemos de la percepción de nuestro estado corporal durante una respuesta emocional, es decir, los sentimientos son el resultado de las emociones tales cómo ira, miedo, tristeza, odio. En conclusión, las emociones por ser causadas por liberación de hormonas y neurotransmisores (dopamina, cortisol, serotonina etc.,) duran desde segundos hasta horas sin sentirlas, luego se convierten en sentimientos que duran años, un ejemplo clásico es cuándo recibimos un regalo, sentimos una emoción de curiosidad y felicidad, pasada esa emoción, nos queda un sentimiento de cariño por la persona que nos dio el regalo.

Las emociones o sentimientos son parte de nuestra vida, no está mal vivir con emociones, ellas nos proporcionan la energía necesaria para resolver un problema o para elaborar una nueva meta, es tanto su influencia en nuestras vidas que se convierte en una forma de identificarnos, sean buenas o no, por ejemplo; “él es un miedoso”“ese tipo tiene agallas”“ella es muy melancólica”.  No está mal vivir con emociones, lo malo está en vivir por emociones, debemos tener la inteligencia y el dominio sobre ellas para evitar malos ratos y ahorrarnos disgustos innecesarios.

La clave para no vivir por emociones es ser inteligentes, pero ¿A qué llamamos inteligencia? nosotros acostumbramos a relacionar la inteligencia con la sabiduría, el conocimiento o la ilustración, pero su etimología nos dice lo contrario. El término proviene del latín intelligentia, una derivación de inteligere. Es una palabra compuesta por otros dos términos: “intus” (entre) y “legere” (escoger). Por lo tanto, hace referencia a quien sabe escoger entre varias opciones, es decir, ser inteligente es saber escoger las alternativas más convenientes para resolver un problema, en otras palabras la inteligencia es decisión, puesto que al momento de manejar las emociones ya lo estamos decidiendo. La inteligencia emocional no necesariamente incluye las cualidades como el optimismo, iniciativa o seguridad en sí mismo, más bien, es la habilidad de percibir de manera precisa las emociones de uno mismo (intrapersonales) y de los demás (interpersonales).

La inteligencia emocional se basa en conocer nuestras propias emociones, no para desaparecerlas ni reprimirlas, sino para regular, controlar o eventualmente modificar estados anímicos o sentimientos cuando éstos son inconvenientes en una situación dada. Cuando nos dominan las emociones, cuando estamos “ciegos de ira” o “locamente enamorados” alteran nuestra forma de pensar y minimizan las oportunidades al éxito. Controlar nuestras emociones no es una tarea fácil, más cuando acostumbramos a tomar decisiones basados por emociones, si recordamos aquellas decisiones que fueron impulsadas por nuestras emociones nos hubiésemos evitado situaciones incómodas, conflictos, arrepentimientos, contrariedades, agobios y lamentaciones.

En el hombre las emociones son la base de sus temperamentos, están arraigadas biológicamente en nuestra naturaleza y formando parte de nuestro comportamiento innato que está en nuestras manos, poseemos la libertad de sopesar las diferentes posibilidades de actuación y de decidir de acuerdo con nuestros propios motivos y criterios. No podemos elegir nuestras emociones. No se puede simplemente desconectar o evitar. Pero está en nuestro poder conducir nuestras reacciones emocionales, una actitud que se asume con responsabilidad, puesto que existe personas que conscientemente deciden estar deprimidos o dejarse llevar por sus emociones. Pero quién más que nosotros mismos en saber cómo somos, de cómo reaccionamos ante una propuesta, si aceptamos propuestas sin ver las responsabilidades que luego nos terminarán martirizando, si nos llenamos de ira y ofendemos a “nuestros seres queridos”, que por estar lleno de miedo se nos pasa el tren del éxito, en donde hay momentos de consuelo sólo pasas mofando, o cuando existe un lugar lleno de diversión estés triste. 

Eres la única persona que sabe cómo eres, y eres la única persona que tiene la capacidad de poder dominar tus emociones y saber cuál es el lugar y el momento adecuado para ponerlo en práctica. Tú eliges como sentirte, tu sabes cuando puedes estar feliz o afligido, pero cuando tengas una decisión que tomar, cuando estés ansioso por esperar, justo en ese momento debes calmar, dominar y tranquilizar tus emociones. Lo que hagamos con nuestras emociones, el hecho de manejarlas en forma inteligente, depende de nuestro nivel de experiencia emocional. Siempre será mejor tener mente fría y nervios de acero.

Existen habilidades básicas para un adecuado control emocional:
1.      Apreciación, comprensión y análisis de las emociones.
2.      Abastecer pautas para aceptar los estados emocionales positivos y negativos.
3.      Discernir las relaciones entre las emociones y las situaciones en las que se producen.
4.      Aprender habilidades para expresar los sentimientos y las necesidades asociadas a los mismos.


Más vale ser paciente que valiente, más vale dominarse así mismo que conquistar ciudades
Proverbios 16:32

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