SINCERIDAD

Verdaderos

Si existe algo que nos ayude a mejorar intra o interpersonalmente es el hecho de ser auténticos, reales, honestos, genuinos y verdaderos. La sinceridad entre los hombres cae como las hojas del árbol en su último otoño y sin la esperanza de una pronta primavera.



El origen etimológico de la palabra “sincera” proviene de una forma femenina del adjetivo latín “sincerus”  en referencia a lo puro, simple y sin doblez, lo no alterado en su naturaleza única. Éste término fue muy utilizado en la época del renacimiento en dos formas muy conocidas y propias de los escultores de ese entonces.

La primera, consistía por el color de la cera, los escultores utilizaban la cera para darles un color dorado a las estatuas de menor calidad para asimilarlas a las estatuas que eran fabricadas en oro, una copia, algo falso ni auténtico. La segunda forma era cuando los escultores cometían un error mientras cincelaban sus esculturas en piedra o en mármol caros, disimulaban su defecto remendándolas con cera.

El ocultar los defectos en sus esculturas se consideraba una falta de talento del artista y su figura perdería su pureza. Aquellos escultores que en sus esculturas no tenia ningún defecto y no necesitaba retoques era reconocida como una “escultura sin cera” tanto así que en ocasiones ubicaban un letrero diciendo “sin cera” para diferenciar lo puro de lo adulterado. La sinceridad es algo que no aparenta ser algo que no es, no es ser una copia exacta de lo irreal. La sinceridad tiene un solo origen y sin dobleces, es verdadero y sin mezcla, una forma limpia y sin nada oculto.

En nuestra días el hombre ha remplazado tallar figuras en piedra o mármol, por cincelar en la escultura de su vida, en el arte de su propia e irrefutable naturaleza, sin embargo, no todos somos talentosos al esculpir, tanto así que nuestra propia escultura la hemos encerado por varias ocasiones, una y otra vez, provocando que emerjan cada día personas “con-ceras”, individuos que se oculta con mentiras y engaños. Estamos perdiendo nuestra pureza, hemos dejado de ser auténticos entre nosotros, reconocemos que en este mundo cambiante es necesario ser verdaderos, pero creemos en la necesidad de “encerar” la mitad de nuestras vidas que sincerarnos por completos. Pero, las verdades a medias son mentiras completas.

Desde el uso nuestra razón hasta el último aliento de nuestra alma, nuestra máxima característica como personas es decir siempre la verdad y enseñar la verdad. Aunque la verdad a veces es dolorosa en el momento que se nos dice, pero luego es medicina, descanso y felicidad para nuestra alma. No veo la necesidad de mentir de las personas y usarlas para conseguir un objetivo, porque al final todo es fingido, la espontaneidad y autenticidad de las personas es algo sólido. No es algo que se transforma como el mundo cambiante de aquellos que no viven la verdad.

Nos gusta oír lo que queremos escuchar a tal punto que olvidarnos que no sea cierto, pienso que nuestros oídos se enamoran por lo falso e irreal que por lo auténtico y real. Por lo tanto la sinceridad está acompañada por los rechazos, represalias, insultos y prisión en ciertos casos, por lo cual decir la verdad requiere valor, obediencia, carácter, y determinación, un sentido de honestidad que nos permita expresar la verdad aun cuando sepamos que causará dolor, aflicción e incluso confusión.

Dejemos de tapar "con-cera" nuestras esculturas de vida, dejemos de ocultar nuestra autenticidad y nuestra pureza, que aunque no les guste a los demás es lo que verdaderamente somos,  seamos personas "sin-ceras", personas limpias y genuinas, personas que dicen siempre la verdad con amor, sabiduría, tacto, pero sin dejar de decir toda la verdad. Para ser sincero debemos recordar:

1.- Decir siempre la verdad; en ocasiones por temor a que no se enoje la otra persona, maquillamos la verdad con cosas muy distintas que nos lleva a perder el valor de decir lo que se debía de decir, porque la verdad quedó tan cubierta con tantas palabras que no fue entendida. La verdad se debe decir sin enredos, rodeos o pretexto, decirlo sobre todo con sabiduría y honestidad. Que tus labios hablen con la rectitud de tu corazón.

2.-Actitud; muchos seguimos la conducta de los demás, creemos que ya no es necesario ser sinceros y nos unimos al club, pero nuestra actitud debe cambiar, te invito a marcar la diferencia y comenzar a experimentar el pleno gozo que nos brinda la sinceridad, a vivir libremente sin pensar que te descubran por algo que omitiste.

Tu actitud debe ser independiente de los demás, porque la libertad que tendrás al ser sincero la disfrutarás tú y nadie más, nuestro deber es creer lo que dicen indistintamente si sea verdad o no, quizás pienses que es ser muy ingenuo al creer todo, pero esa es la clave de la sinceridad, porque si te mienten no es a tí que te están mintiendo, sino se están mintiendo así mismo.

Mi ideología de la mentira es ésta: Yo creo que nadie me miente, creo que todos se mienten al mentirme, si alguien me dice que es verdad aunque sea mentira le creo, porque no lose, y pensar que me está mintiendo quitaría mi calma, mi reposo y mi paz, pero, si me está mintiendo no me miente a mí, se miente así mismo por pensar que puede aparentar ser buena persona y realmente no lo es. Y lo mejor de todo es que las mentiras son como la tos, no se pueden ocultar por siempre.

3.-Tacto; al decir tacto no hago referencia a uno de los cinco órganos de los sentidos, sino al cuidado que debemos tener al hablar para no herir los sentimiento de los demás, obviar comentarios cuando no se nos ha solicitado y no hablar de uno mismo almenos que se nos pida, tratar a las personas como deben ser tratados, como nos gustaría que nos trataran a nosotros, con honestidad y amor.

4.-Honrar la verdad; respetemos a los sinceros, necesitamos personas honestas, no nos acomodemos a decir mentiras innecesarias y mucho menos a decir mentiras que “creamos” necesarias, recuerda la mentira en todo tiempo y bajo cualquier circunstancia, por cualquier motivo que sea, es y seguirá siendo mentira.

No hablo como quien manda, sino para poner a prueba, por medio de la diligencia de otros, 
también la sinceridad del amor vuestro
2 Corintios 8:8

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