TU LENGUA

Cuida lo que dice


El hombre comerá hasta saciarse según del fruto de sus palabras, la vida y la muerte dependen de la lengua; los que hablan mucho sufrirán las consecuencias.


La mejor arma que posee el hombre no es precisamente un objeto de acero que impulsa proyectiles, o un elemento plano con bordes afilados con capacidad penetrante. La mejor arma que no todos conocen o que quizás no la queremos reconocer ni darle el valor correspondiente se llama PALABRA. La palabra o la lengua tienen el poder de penetrar hasta lo más profundo de nuestros huesos y causar un dolor insondable en nuestro ser, pero ésta arma a diferencia de otras tiene también el poder y la capacidad de dar vida, de poder levantar a quienes lo tenían por muertos.

Cuando hablamos, las palabras que emitimos poseen un efecto sobre las personas, cuando le hablamos a los demás siempre provocará una reacción en ellos, asimismo cuando nosotros oímos esas palabras algo cambia en nosotros. Nuestra lengua tiene el poder para dar vida o el poder para dar muerte, entonces, qué es lo que estamos diciendo o qué nos estamos diciendo a nosotros mismo.

Si  nos encontramos en la situación en que estamos ahora, es el resultado de tu lengua, de lo que estás diciendo, independientemente si es buena o mala, pero lamentablemente en reiteradas ocasiones usamos el poder de nuestra arma sobre nosotros mismo, ubicándonos en lugares que quizás no deberíamos, atándonos de limitaciones y matando toda probabilidad de lucha. Estamos tan familiarizado con la muerte que la relacionamos con muchas de nuestras frases cotidianas, cuántos de nosotros hemos dicho: ¡Me muero de risa!, ¡Me muero de hambre! ¡Me estoy muriendo de sed! o quizás algo más clásico e irónico como ¡Me muero de sueño! o ¡Me muero de amor!, pero si el amor da vida y nosotros nos queremos morir.

Qué es lo que estamos diciendo a diario, quizás palabras de muerte o palabras de vida, qué estamos hablando, de vida o de muerte, de lo negativo o de lo positivo. Las palabras que pronunciamos reflejan lo que habita en nuestros corazones, porque ningún árbol bueno da malos frutos, como ningún árbol malo da buenos frutos, cada árbol se conoce por los frutos que produce.

Empecemos a dejar de hablar cosas negativas, aquellas cosas que comúnmente decimos sin medir las consecuencia de su poder y que influye indirectamente en nuestras vividas, palabras como “A mi todo me sale mal”, “Este trabajo no progresará”, “Nadie me quiere”, “Este estudio no tiene futuro”, “No mejoraré”. Comienza a hablar de lo positivo, de lo que puedes lograr hacer, de la capacidad que tienes y del talento humano que llevas dentro. No te limites ni te ates con tus propias palabras.

La lengua tiene la oportunidad de ser como ese pequeño timón de una gran nave, que aunque sea así de pequeña mueve una gran embarcación. Si nosotros usamos nuestra lengua correctamente se puede convertir en ese timón que aunque truene y relampagueé podrá llevar tu nave, tu familia, tu trabajo, tus estudios, tu patrimonio, en bendición. Pero asimismo tu lengua se puede convertir en esa pequeña chispa de fuego que hace que todo un inmenso y maravilloso bosque arda y se queme.

Así, como el poder de la lengua hace en nosotros, también pueden levantar, fortalecer y animar a muchos, como también puede destruir, lastimar y matar a otros. Por lo tanto la palabra es la única arma que puede revertir un daño, todo lo que hablemos siempre causará un efecto sobre las personas, como también en nosotros,  aprendamos a darles el correcto uso y valor a nuestras palabras, su influencia en nosotros en inmensa. Es tanto su dominio que se ha visto implicada en los fracasos familiares, derrumbes empresariales y colapsos sociales. 

Aúnque la lengua pueda matar cualquier sentimiento o afecto, tiene también el poder de ser la única arma de dar vida, fuerza, confianza, seguridad, optimismo y fe. De levantar familias, unir lazos y fortificar almas. Usemos bien nuestras palabras, cuidemos lo que decimos y pensemos en lo que emitimos. 



El que quiere amar la vida y ver días buenos, refrene su lengua de mal, y sus labios no hablen engaño.
1 Pedro 3:10

Comentarios