ENTERRANDO UNA TRADICIÓN

R.I.P.

La cultura de una sociedad es el matiz de diferencia, esa esencia que se ve reflejada en el lenguaje coloquial, en el arte, en la música, en el credo, en la comida y sobre todo en las tradiciones y costumbres que se mantienen o que se van perdiendo con cada nueva generación.


Quizás lo primero que se nos viene en nuestras mentes al pensar en tradiciones es nuestras familias, de eso se trata, las tradiciones nacen de allí, se aprenden, se practican y se trasmiten desde éste núcleo, las tradiciones son esos recuerdos de nuestra infancia, es esa excusa para hacer una fiesta o reunirnos  y ese motivo que siempre vamos a tener para  regresar a casa.

Algunas tradiciones transcienden y están tan arraigadas en nuestra idiosincrasia que por su popularidad el día que se celebran son considerados días festivos respetados por el calendario laboral y académico. Una de estas fechas es el “día de los fieles difuntos” o “día de los muertos” celebrada cada 2 de noviembre sobre todo en países hispanos, los orígenes de esta celebración se remontan a tiempos pre-coloniales e incluso anteriores a estos, su premisa principal ha sido: el honrar a los difuntos y ayudar a que transciendan  de una vida terrenal a una vida espiritual. Las tradiciones de esta fiesta cambian según la cultura, la doctrina religiosa y el país.

En Ecuador un país lleno de tradiciones y costumbres, esta celebración tiene como principal acción la visita a los campos santos o cementerios, en algunas provincias se realiza a partir de la madrugada del día 2, la visita al cementerio consiste en reunirse alrededor de la lápida del difunto, en la cual se colocan velas y cirios, la llenan de  flores y adornos, incluso en algunos casos  de su comida favorita, algunos llevan serenatas y cantos, otros piden a Dios por sus vidas. Es tradicional la preparación de colada morada una bebida a base de maíz negro y  frutas   acompañada de guaguas de pan las cuales representan la comida típica de este día en Perú , Bolivia y Ecuador países de tradición indígena.  

El objetivo de las tradiciones se va perdiendo con cada nueva generación, cada día la intención se vuelve en obligación, en una responsabilidad asignada y no en un acto de buena voluntad, se empieza a ver que las costumbres son precisamente costumbres, hábitos o tendencias adquirida sin saber el verdadero motivo. Hay algo que todos deberíamos preguntarnos ¿Realmente estamos honrándolos con nuestras visitas a los campos santos? yo creo que no. Creo que el mayor gesto de respeto, consideración, admiración y estima hacia ese ser querido que hoy duerme en el sueño eterno, se cumple cuando comenzamos a accionar todo las enseñanzas, las disciplina, los consejos y exhortaciones que nos impartió, el cuál debe ser a lo largo de nuestros días y no recordarlo un simple momento.

“Quienes nos aman jamás nos dejan”.
                                                                       Sirius Black

La vida es tan efímera, lo único que sabemos es que el único lugar en donde no importa quienes somos y en lo que creemos, es donde todos vamos a parar, dos metros bajo tierra. Que nuestras vidas sean el motivo por el cuál nos reunamos en familia y crear tradiciones, no nuestra muerte, es triste ver que la muerte puede unir lazos que en la vida no se pudo, pero estamos a tiempo de cambiar ese paradigma, todo lo que se tenga que realizar en la tierra lo desarrollemos en vida, nosotros marcamos nuestros destinos y nadie puede interceder por nosotros, no sigamos la misma corriente, comencemos una nueva, porque es esa la tradición, que no importa si hace falta una mesa o sillas, si no concuerda con las costumbres del calendario, lo importante es quienes forman parte de nuestras tradiciones mientras vivimos, retratar ese momento, perpetuarlo en nuestras memorias y ejecutarlo en nuestra manera de vivir.

“La muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene”.  
                                                                                             Jorge Luis Borges

No se puede vivir de recuerdos, de lamentarnos por lo que pudo ser o pude haber dicho, de  haber demostrado,  haber querido,  haber realizado. Este día debe traernos un recordatorio de que la vida es aquí, ahora, hoy, de disfrutar cada momento con quienes queremos, de valorar las pequeñas o grandes cosas que realizan por nosotros, de ser agradecidos de tenerlos y de todo  lo que representan en nuestras vidas, de atesorar cada abrazo, cada beso, cada sonrisa, cada ocurrencia, llenarnos de anécdotas, en no limitarnos y demostrar lo importante que han sido en los pequeños pasos de nuestras vidas y en lo que aportará en nuestras metas. 

Que este día enterremos la tradición de recordar por un momento todo lo que fue un ser querido, que la mejor manera de honrarlo es poner en práctica todas sus enseñanzas, a pensar que es lindo crear tradiciones en vida y por vida y no en muerte, no te sientas culpable o con tristeza por no asistir al necrópolis, no caigamos en esa costumbre, porque no es necesario, no nos ven, no nos escuchan, no nos sonríen, no comen. Más bien alegrémonos porque Dios nos permite practicar los valores que nos trasmitieron lo que hoy duermen eternamente.

Porque los que viven saben que han de morir; pero los muertos ni saben nada ni ganan nada, 
porque su memoria es puesta en olvido.
Eclesiastés 9:5

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